La personalidad está formada por el temperamento (heredado genéticamente) y por el carácter (aprendizaje en vida). Venimos al mundo con las puertas abiertas de nuestro subconsciente para aprender a la máxima velocidad posible. A los 7 años se cerrarán y quedará sellada la estructura base de nuestra personalidad. Estará compuesta por una serie de creencias en base a nuestras experiencias, intervendrá la cultura de donde vivamos y sobre todo, lo más influyente habrá sido las vivencias relacionadas con los padres. Es posible que todo lo aprendido estos años tan influyentes hayan sido poco convenientes para una vida plena, sea como sea, esta será la personalidad base y nos aferraremos a ella no solo para no sentirnos perdidos, sino porque culturalmente disponer de una personalidad muy marcada y fija está altamente valorado. Puedes oír frases de elogio como «tienes mucha personalidad». Reconocer que tenemos algo que cambiar en nosotros no está completamente aceptado en nuestra sociedad. Incluso con las decisiones, si alguien reconoce su error y cambia de parecer puede que le señalen y le reprochen: «se ha equivocado» o «es como una veleta, cambia según el viento». Es difícil que una persona se replantee si hay ciertas partes de su carácter que deba cambiar por miedo a perder su propia identidad y por el que dirán. A esto le sumamos la tendencia de pensar que como somos es algo que no se puede, o no queremos cambiar, como se suele decir «Es que yo soy así», cerrándonos a poder crecer como persona, a disfrutar más de la vida y dejar de fijarnos en lo negativo.
Lo valioso de este mensaje es que es normal que hayas creído que no, pero es posible empezar a ser la persona que te gustaría ser.